Pedro José del Corral Lima nació en Chaguaramas, estado Guárico, el 27 de abril de 1895. Sus padres fueron Juan Félix del Corral Belisario y Asunción Lima Carballo. A los seis años de edad tuvo que abandonar su pueblo natal en compañía de su madre y sus hermanos (Felipe Nery, Herminia), debido a las disputas que por motivos políticos sostenían algunos vecinos con los del Corral, ya que estos eran partidarios del Mocho Hernández. La joven madre ve quemada su hacienda, y todos sus bienes personales perdidos, incluyendo su vajilla. En Altagracia de Orituco es atendido el grupo familiar por las hermanas de su madre, las tías Carballo, quienes llenan de mimos al niño del Corral. Allí nace su tercera hermana, Carmen. El paludismo, enfermedad que todavía no era llamada así por el pueblo (más tarde del Corral la llamará hematuria y el pueblo «la económica») le arrebató a su padre poco después de haber llegado a esta ciudad.
El exigente sacerdote, posteriormente Obispo, Sixto Sosa, colabora con la educación de este niño que luego podrá así soportar en su bachillerato la exigente disciplina del Liceo Los Teques, donde descubrirá su afición por las ciencias naturales, sobre todo por la física. Se gradúa de Bachiller en el Liceo Ezpelozín de Caracas en 1914. Quiere estudiar Ciencias, pero la Universidad se encuentra cerrada. La situación económica de la familia no le permite al joven del Corral pensar mucho y demorar su elección de carrera, cuando recibe un telegrama -de quien ignora será su cuñado y ministro de Sanidad en Venezuela, Pedro Antonio Gutiérrez Alfaro-comunicándole que está por abrirse la Escuela de Medicina de Caracas; corría el año de 1915. Pertenece entonces del Corral a los fundadores de dicha escuela. La Institución va a contar con profesores de primera calidad como: Rísquez, Lobo, Ayala, Elías Rodríguez y Suárez Borges. Se gradúa de médico el 20 de julio de 1920, en la primera promoción egresada de la escuela, la cual va a recibir el elogio nada menos que de Luis Razetti por la calidad de las calificaciones obtenidas por sus alumnos.
Una vez graduado, del Corral lideriza la protesta por el aumento del medio pasaje estudiantil en 1921, circunstancia que le ocasiona una breve estada en La Rotunda, famosa cárcel del gobierno gomecista y lo conecta a la vez con algunos de los integrantes de la Generación del Veintiocho. Realiza el ejercicio profesional en el interior de Venezuela por siete años. Primero en el estado Zulia, en el Campamento de San Lorenzo perteneciente a la Mene Grande. Es tanto el sufrimiento por el maltrato que los norteamericanos de esa empresa le dan a los obreros y por las condiciones de insalubridad del campo petrolero que él mismo llega a pesar 45 kilos y tiene que irse a reponer físicamente a la Isla de Margarita. Allí observa que en la Isla «no hay paludismo porque el anófeles pica pero no produce el fenómeno del huésped transmisor».
Deja de trabajar con el cirujano Agustín Rafael Hernández porque lo llaman de Calabozo y Altagracia de Orituco. En esta última ciudad se le ocurre denunciar a un boticario, Manuel Chollet, quien ejerce sin licencia con apoyo y simpatía de los políticos del pueblo. Este lo cita en la Plaza Bolívar y sin mediar palabra le da varios tiros, de los cuales uno le penetra el tórax y el otro se aloja en una pierna, bala que siempre recordaba y sentía, ya mayor, en los días húmedos caraqueños. Tuvo que hacerse el muerto para engañar a su enemigo, a quien luego perdona.
Designado vicepresidente del V Congreso Nacional de Medicina en 1926 impresiona al delegado alemán Pablo Muhlens, del Instituto Tropical de Hamburgo, por su trabajo denominado «Parasitosis Intestinal«. Con dinero ahorrado de su ejercicio profesional en el interior de la República, se va primero a Hamburgo y luego a Roma, donde obtiene el título de Malariólogo italiano. En Viena practica estudios en hematología, radiología y enfermedad general; pasa a París donde culmina sus estudios en Europa, graduándose con el título de Malariólogo en el Hospital Saint Louis de la Universidad de París en 1930. Ese mismo año decide casarse por poder, con su novia caraqueña que tiene más de cuatro años que no ve y quien lo espera pacientemente en Caracas, Laura Margarita Gutiérrez Alfaro; hija de Laura Alfaro Larroche y de Pedro Elías Gutiérrez, quien era una de las figuras más queridas de la Caracas de la época, compositor del segundo himno nacional de Venezuela, «Alma Llanera», y animador de la retreta de los domingos en aquella pequeña ciudad. De este matrimonio nacerán cuatro hijos: Laura Antonieta, María Margarita, Juan Félix y María Celina. De la primera, casada con César Febres Cordero, tendrá seis nietos y siete biznietos; la segunda pertenece al Opus Dei desde 1956; el tercero es neurocirujano con estudios de postgrado en Suecia y también fue senador en el Congreso por el estado Guárico, casado con Milena Salcedo le da otros seis nietos y ocho biznietos y María Celina, socióloga, casada con Jorge Correa le da tres nietos, hasta ahora.
Ya es tiempo de regresar a Venezuela y Pedro del Corral responde a un llamado del Dr. R. I. Méndez Llamozas, quien funda en Maracay una clínica con el equipo necesario para la lucha contra el paludismo y las enfermedades venéreas, flagelos que consumían la salud del pueblo venezolano. Con la investigación realizada allí publica del Corral con sus colaboradores catorce trabajos científicos sobre estas enfermedades: «Medicamento heroico contra el paludismo: atebrina. Su administración por vía bucal e intravenosa«, «Acerca de un caso de condilomatosis plana heredoespecífica: tipo alérgico mucoso«, «Actividades de la clínica Maracay en la lucha nacional contra el paludismo«, «Patología Tropical (extracto de un estudio sobre paludismo)«, «Acerca del problema de la malaria en Venezuela«, «Nuestra experiencia sobre atebrina y otros antipalúdicos conocidos en la malaria«, «Tópicos malariológicos«, «El biotropismo en la práctica dermosifilopática. Algunos casos observados«, «Dermatomicosis venezolanas observadas en Maracay. El trichosporom venezuelensis. Relación de dos casos de piedra provocados por él«, «Estudios micológicos«, «Nota preliminar sobre bacteriología de la meningitis cerebro-espinal observadas en Maracay«, «Un caso de septicemia gonocóccica con poliartritis grave. Curación por el carbón intravenoso«, «Sobre bacteriología de la meningitis cerebro-espinal observadas en Maracay«.
De la intensa labor realizada en la Clínica Maracay estos títulos hablan por sí solos. Además del descubrimiento trascendente del pneumo meningococo proteiforme, clasificado por la Oficina Sanitaria Panamericana como Neisseria venezuelensis del Corral-Rísquez . Sin embargo, la muerte de Juan Vicente Gómez dispersa a los investigadores de tan importante centro y en el caso de Pedro del Corral no encontrará nuevamente la paz y los recursos necesarios para volver a investigar de la manera como allí lo hizo. Solamente un trabajo será publicado después de esta fecha: «Taeniarhynchus saginatus «.
En la época del general López Contreras, del Corral gana por concurso el cargo de director del laboratorio del Hospital Vargas. Sin embargo, la política del momento considera que otro debe ser el jefe de tan respetado centro y se designa al Dr. Enrique Tejera. Va entonces, hasta la Corte Suprema de Justicia a pelear por su puesto, la cual lo restituye en el cargo. En la época del trienio adeco, Gonzalo Barrios le sugiere que se retire del cargo en el cual ganaba trescientos bolívares mensuales y nombra en su puesto al Dr. León Illas quien pasa a ganar tres mil bolívares mensuales.
No creo que después de todos estos inconvenientes narrados, haya pasado inadvertida para del Corral la circunstancia de que en Venezuela la investigación científica necesitaba de cierto apoyo presupuestario para ser llevada a cabo. El no volvió nunca más a ella, ¿por decepción o por compromiso con la realidad política del país? Lo cierto es que desde el 13 de enero de 1946, día de la fundación del partido COPEI, se compromete a lograr por medio de la política lo que había realizado con la ciencia de manera incipiente: lograr un país más justo donde se cumplieran los ideales de justicia social proclamados por las encíclicas de los papas.
Con su tenacidad, ayuda a conformar un partido con el que siempre comulgó estrechamente y del cual fue, mientras vivió, su presidente vitalicio. Ayudó a formar para su dirigencia a un grupo de jóvenes que no cesan de proclamar abiertamente la influencia magisterial que ejerció sobre ellos, como José Antonio Pérez Díaz, Lorenzo Fernández, Pedro Pablo Aguilar y Luis Herrera Campíns y a acompañar en sus sinsabores y éxitos al que consideró hombre capaz de asumir la primera magistratura del país, Rafael Caldera. Por ese partido llega a ser senador por el Distrito Federal en el período 1959-1964 y nunca más aceptó otro cargo político remunerado.
Pedro del Corral muere el trece de noviembre de 1986 con los altos honores que se le confieren a un ciudadano de su rango. Sus restos fueron llevados al salón elíptico del Capitolio Nacional.
Con motivo del centenario de su nacimiento, el presidente constitucional, Rafael Caldera por su decreto 632 del 24 de abril de 1995, da el nombre de Pedro del Corral al nuevo Hospital de Tucupita (municipio Autónomo Ribas, estado Guárico) e instituye el «Premio Nacional de Investigación en Ciencias Médicas, Dr. Pedro del Corral«, con bases elaboradas por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICIT), para quien había declarado: «En mi vida sólo han quedado como vetas luminosas mis investigaciones como médico”.
Biografía elaborada por
Laura Margarita Febres del Corral