Carmen del Valle Salazar

Nace en Caracas el 15 de mayo de 1941 como hija primogénita de un inmigrante español y una joven maestra en un país que se veía desde Europa como un lugar de esperanza para los jóvenes que vivieron su infancia entre la República y el establecimiento de la dictadura del general Franco. Venezuela iniciaba su transformación hacia la democracia, interrumpida por la dictadura de Pérez Jiménez. La Escuela Experimental Venezuela y el Liceo Andrés Bello constituían el baluarte educativo de la Venezuela democrática durante la dictadura. Los niños y los jóvenes aprendían ejercicio democrático en la «República Escolar», legado de la misión chilena, aun teniendo al frente el edificio de la Seguridad Nacional. Así en el 58 pudieron actuar conscientemente para derrocar al dictador. La formación para el servicio se dirige hacia los enfermos. Aún como estudiante liceísta deambula por los pasillos y salas del Hospital Universitario y por los corredores del Instituto Anatómico afianzando su motivación hacia la carrera de medicina que culmina en la Universidad de Carabobo, Alma Mater a la que no abandona pues constituye fuente permanente de una percepción ampliada del conocimiento.

Selecciona el microcosmo como campo del saber bajo la inspiración y guía del querido maestro Alejandro Divo y se maravilla siempre de lo cercano que se está en la comprensión del universo a medida que conoce el mundo de los microorganismos y las leyes que lo rigen. Al trabajar este microcosmo en servicio de la salud necesita ampliar su visión del Ser humano a quien va dirigido. La formación humanística se consolida ampliando la percepción del hombre y su sociedad y el importante papel del educador en esa transformación. Se afianza en su vocación de educador en veinticinco años de docencia microbiológica donde cada clase, cada práctica, cada nuevo grupo de estudiante constituyen una posibilidad de expresar un mensaje muy cercano al corazón para transformar a través de esta ciencia inserta en la existencia de cada ser y de su sociedad los viejos modelos.

El profesional de la salud no puede aislarse en el laboratorio o en el hospital, trabaja para el ser humano, para ayudarlo a transformar su ambiente limitante de manera que no tenga que acudir a estos ámbitos donde se glorifica la enfermedad. Queda siempre pendiente la interrogante de ¿cómo propiciar más efectivamente, en el ser humano, en el individuo, su capacidad para transformarse y así poder transformar el mundo que le rodea?

La semilla que sembró el microcosmo y el humanismo insiste en nuevas ampliaciones y comprensiones a través del servicio al ser humano. La respuesta llega a través de la ciencia por el camino que asocia al sistema inmune con el sistema nervioso. ¿Podemos dirigir nuestro sistema inmune con el pensamiento? ¿Puede la persona llegar a controlar la enfermedad? Se concreta la respuesta en técnicas precisas provenientes de Filipinas. El Maestro Choa Kok Sui luego de 30 años de investigación realiza sus publicaciones para el mundo. Todo ser viviente es mucho más que un ser físico. Es y forma parte de un sistema energético. Cada individuo está compuesto por un sistema de campos de energía que interactúan entre sí e interpenetran al entorno. El ser humano es una concentración en el campo de energía. Cada pensamiento, emoción o acción puede considerarse como una descarga de energía irradiada desde un campo localizado. El punto focal desde el que se irradia esa energía lo experimentamos como «Yo». Nuestro campo de energía personal se nutre del campo universal. El proceso de trabajo del sistema energético humano que transforma las condiciones malsanas en saludables es verdadera integración psicológica, física y espiritual. Es Salud Plena. Al romper los bloqueos de energía, equilibrar los chacras, facilitar el recuerdo, la recolección y la reunión se ayuda a devolver a la persona su condición natural de plenitud. La persona se experimenta como un ser total y en unión con el resto de la creación. Desde allí volverá a experimentar gozo incondicional, con ello su alegría y salud por medio de permitir que el cuerpo físico, mental y emocional entren en proceso de auto recuperación. El cuerpo es capaz de curarse a sí mismo. La energía vital fluyendo libre y adecuadamente al fin, es la responsable de esa curación. Se maravilla nuevamente al comprobar que la nueva ciencia de la psicoinmunobiología no ha hecho más que confirmar en el laboratorio lo que la ciencia de Pranichealing® ha venido haciendo hace mucho tiempo. Hoy está allí, haciendo servicio desde este tercer círculo de ampliación de percepción, comprobando en cada paciente esta asociación que permitirá se construya un nuevo paradigma para la salud. Atenta a nuevas integraciones y cierres que le permitan ir mucho más allá. Insiste en afirmar que este camino sólo ha sido posible construirlo por haber tenido la suerte de vivir en un país libre, donde las nuevas ideas no asustan a nadie, donde se ha respetado siempre a las personas. Donde el hacer y construir creativamente ha sido siempre más importante que el decir. Que nuevamente tenemos que luchar porque nuestros jóvenes y niños tengan las mismas posibilidades de crecer en un país libre, creativo y próspero.

Biografía elaborada por

María Mercedes Chacín

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