El Dr. José Witremundo Torrealba es el tercero de los doce hijos del Dr. José Francisco Torrealba y de Doña Rosa Tovar de Torrealba. Nació en Zaraza, estado Guárico, el 3 de noviembre de 1935. Realiza sus estudios de primaria en la Escuela «Francisco Aranda» de San Juan de los Morros, lugar donde la familia Torrealba Tovar se había mudado a finales de 1941, en búsqueda de mejores condiciones para el ya numeroso grupo familiar. En esa misma ciudad estudia hasta tercer año de educación secundaria en el Liceo «Juan Germán Roscio» y culmina sus estudios de bachillerato en Caracas, en el Liceo «Fermín Toro». Para esa fecha, 1954, la Universidad Central de Venezuela funcionaba irregularmente por presiones políticas y decide viajar al exterior, a realizar estudios de Medicina en la Universidad de Sao Paulo, Brasil, una de las mejores y más exigentes de la época, donde pronto se destaca por su dedicación al estudio y despierta la admiración de compañeros y profesores, entre ellos los expertos parasitólogos el Dr. Dacio Franco Do Amaral y el Dr. Luis Rey. Se gradúa de Médico Cirujano en 1959, con excelentes calificaciones y varias distinciones. Realiza estudios de Medicina Tropical en la Universidad de Sao Paulo, antes de volver al país en 1960, cuando revalida su título de Médico Cirujano en la Universidad Central de Venezuela. En 1970 obtiene el título de Doctor en la Facultad de Medicina de la misma universidad, para lo cual presenta la tesis: «Observaciones sobre diagnóstico, terapéutica y evolución de la leishmaniasis visceral humana y canina«.
Contrae matrimonio con la Dra. Junia Chaves, brasileña, profesora en la Facultad de Medicina de la Universidad de Carabobo, de cuya unión nace su hijo Carlos Francisco. Su obra podemos considerarla desde tres áreas específicas, en el terreno universitario, en el campo de la investigación y como vocero científico ante el mundo. En todas ellas se destaca por su elevada condición humana, su gran preocupación por las injusticias sociales y por las condiciones de la educación en el país. Como universitario, poseía una sólida formación científica para impartir el conocimiento y dotes especiales como pedagogo, además de una profunda preocupación por el funcionamiento de nuestras universidades. Desde el año 1960 se incorpora como profesor en la Cátedra de Parasitología de la Universidad de Carabobo, junto al profesor Antonio Dacio Franco Do Amaral, quien había venido al país a fundar el Departamento de Parasitología en dicha Universidad. Se dedica a la actividad docente con apasionado entusiasmo y pasa a desempeñarse como jefe de la Cátedra de Parasitología en 1964. Aquí impulsa y moderniza la enseñanza en el área, se crean laboratorios de investigación, se funda una biblioteca de consulta actualizada para la época; mantiene hacia el estudiantado una actitud de compañerismo, de respeto y sirve de modelo con su conducta ejemplar. Dedicó especial atención a los trabajos de campo, procurando que los estudiantes no solamente estuvieran en contacto con los enfermos en su medio, sino que vieran directamente la realidad socioeconómica del país.
Como profesor dió lo mejor de sí a sus alumnos, quienes siempre lo recuerdan con afecto y admiración. Decía tener un gran conocimiento de nuestro medio, lleno de tantas incongruencias e injusticias. Preparó abundante material, teórico y práctico, para ser utilizado en la docencia universitaria, asesoró numerosos trabajos de investigación para tesis y ascensos de profesores y realizó innumerables viajes al campo, al medio rural en tareas de investigación y de extensión, con asistencia directa a los pobladores de esas zonas. Pensando en las deficiencias de nuestras universidades, decidió participar directamente para impulsar cambios, y así colabora en funciones administrativas en la Universidad de Carabobo, hasta ser electo Decano de la Facultad de Ciencias de la Salud, cargo que desempeñó hasta el día de su muerte. Se preocupó profundamente por los graves problemas que confrontan las universidades en el país, la falta de amor por la Institución de las personas que laboran en su seno, la falta de ética y de principios morales de muchos de sus dirigentes y de cierto número de profesores, el despilfarro de los bienes que deben ser utilizados para mejorar las condiciones docentes y de investigación de nuestras casas de enseñanza superior, la aprobación de privilegios con el único objeto de otorgar prebendas económicas, aún en perjuicio del presupuesto de las universidades. Sus ideas en este sentido fueron expuestas en las múltiples conferencias y foros donde participaba y en artículos periodísticos, que aparecen recopilados en dos tomos, titulados: Voces para Sordos II, editados en 1984. En estos artículos hace consideraciones sobre: Universidad, política y politiquería, Investigación en las Universidades y en el área de la salud, Cupo o admisión de nuevos alumnos a las Universidades, Elecciones en las Universidades, Autoridades y sanciones, Formación de personal docente y de investigación, Educación y desarrollo, Sociedad y Universidad, Salud en Venezuela, La Facultad necesaria, Enseñanza de la Medicina, Integración docente asistencial, Enseñanza de Posgrado, el Hospital Universitario, El Venezolano, Corrupción, Paros, Honestidad, Partidos políticos y muchos otros.
Como investigador, puede considerarse un científico moderno en cuanto a conocimientos y aplicación de la tecnología, pero siempre apegado a la realidad social, económica y cultural de los países del tercer mundo. Junto a un grupo de investigadores de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Carabobo, de la Unidad Sanitaria del MSAS del Estado Guárico y del Centro de Investigaciones sobre Enfermedad de Chagas, estudió las enfermedades tropicales más comunes en el medio rural y llama la atención sobre la existencia de la leishmaniasis visceral en el país, insistiendo en la necesidad de pensar en ella ante cuadros febriles con visceromegalia para poder plantear su diagnóstico y dirigir de manera adecuada su tratamiento. Producto de estas investigaciones publicó varios trabajos científicos en revistas nacionales y extranjeras. Se realizan así importantes estudios sobre la afección, tanto desde el punto de vista clínico, diagnóstico y terapéutico como epidemiológico. Demostró la importancia del perro (Canis familiaris) como reservorio doméstico extrahumano del kala-azar. Se ensaya la técnica de reacción de fijación del complemento de sangre disecada en papel de filtro para la ejecución de encuestas epidemiológicas de gran alcance. Se reporta la especie de Phlebotomus longipalpis (Lutzomyia) como probable transmisor de la enfermedad en zonas rurales en Venezuela y se realizan estudios sobre infección experimental del zorro común (Cerdocyon thous) con L. donovani, utilizando cepas obtenidas de perros naturalmente infectados, pensando en posibles reservorios selváticos de la afección. Destaca la extensa distribución geográfica de la enfermedad en Venezuela, así como su baja incidencia en focos endémicos. Logra el aislamiento de L. brasiliensis de sangre de un huésped salvaje, reservorio a través de la inoculación intraperitoneal de hamster.
Se interesa también por otras afecciones como la bilharziosis, logrando identificar a la rata común (Rattus rattus) como hospedador natural de Schistosoma mansoni en Venezuela. En otros trabajos sobre esta afección, con investigadores de la Universidad de Carabobo y del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas, demuestra aumento de Ig G en el suero de pacientes con Schistosomiasis mansoni; aplica el radioinmunoensayo enzimático ELISA en la determinación de anticuerpos específicos y comprueba la presencia de anticuerpos inhibidores del crecimiento en sueros de humanos infectados. Asimismo, utiliza la reacción de anticuerpos fluorescentes en el diagnóstico de la Schistosomiasis mansoni, con resultados satisfactorios y realiza ensayos con oxamniquine en el tratamiento oral de la shistosomiasis. En relación con la enfermedad de Chagas participa en un importante estudio en la población rural del estado Guárico, donde se demuestra un 32,2% de positividad al practicar la reacción de fijación del complemento para el diagnóstico de dicha enfermedad, en 527 pobladores de la región.
Como vocero científico ante el mundo y los organismos internacionales de Salud, cuestionó y denunció los problemas de salud en los países del tercer mundo, las ayudas financiadas por los entes mundiales que obedecían más al servicio de la política, las técnicas, la farmacopea y la industria de los países desarrollados, que a las grandes necesidades de los pobladores del tercer mundo. Su preparación académica en Brasil, sus estudios de Medicina Tropical, su capacidad como docente e investigador en Parasitología y su férrea voluntad de trabajo, le permitieron participar en múltiples conferencias, congresos, talleres y seminarios internacionales. Fue por la profundidad de sus ideas, su trabajo como administrador, su solidaridad humana y su vocación de servicio universal en el área de la salud, por lo cual se hizo sentir en los foros mundiales. Entre los años 1976 y 1980 participó en múltiples reuniones internacionales sobre diversos temas de Medicina Tropical y Parasitología, con una actividad destacada, siendo muchas veces el único representante venezolano o latinoamericano en dichos eventos. Entre estas actuaciones podemos destacar: Asistencia al 4to Congreso latinoamericano de Parasitología en Costa Rica, en 1976, consultor de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), profesor invitado a la primera, segunda y tercera Maestría en Salud Pública en México, años 76, 77 y 78; miembro y relator del grupo de trabajo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre Enfermedad de Chagas, Buenos Aires (1977), miembro y presidente del primer comité directivo sobre Epidemiología y Biología de Vectores y control de la Enfermedad de Chagas, Washington (1978), presidente del Grupo de Trabajo de la OMS para la elaboración de una guía para la investigación multidisciplinaria sobre la Epidemiología de la Enfermedad de Chagas, Brasilia (1979), presidente del 2° comité directivo sobre Epidemiología y Biología de vectores y control de la Enfermedad de Chagas, OMS, Ginebra (1979), como consultor de OPS y atendiendo invitación del Ministerio de Salud de Cuba conoce y opina sobre la reorganización del Instituto de Medicina Tropical de ese país. La Habana (1978). Además viajó a otras ciudades y países, con el mismo propósito: a Dusseldorf (Alemania), Río de Janeiro, Nigeria, India, Tailandia, Paraguay, Uruguay, París y Londres. En el ámbito internacional siempre hizo un gran esfuerzo para representar, de la mejor manera posible, a la Universidad de Carabobo y a su país.
Como ser humano Witremundo Torrealba era especial y lo fue así desde corta edad: emprendedor, innovador, siempre quería abrir nuevos caminos, con su sonrisa y permanente buen humor. Era incansable y sus compañeros siempre podían encontrar en él al amigo capaz de escucharlos, de ayudarlos a resolver sus problemas tanto de trabajo como personales. Como padre siempre apoyó a su hijo y mantuvo una estrecha relación con él. Cuando llegaba a algún sitio se sentía que había llegado, tenía un aura especial. Fallece a los 45 años de edad, el 14 de julio de 1981, en la Ciudad de Valencia, bajo extrañas circunstancias, el día que culminaba su gestión como decano en la Facultad de Ciencias de la Salud en la Universidad de Carabobo. Sus restos reposan en San Juan de los Morros, donde vivió los años de su juventud. Aunque su muerte parece haber obedecido a una arritmia por su padecimiento chagásico, continúa rodeada de misterio y el país aún espera una averiguación definitiva sobre su muerte prematura.
Biografía elaborada por
Rafael Torrealba, José Ramón Torrealba, Ana Benigna Torrealba y Ana Teresa Torrealba