En un lugar humilde y muy pobre del barrio Cañada de Jesús, al pie del cerro El Guarataro de Caracas, nació el 24 de julio de 1904 el niño Juan Bautista Delgado Blanco, quien desde su juventud será conocido como «Juancito». Fueron sus padres el químico español Juan Delgado Martín y la criolla Valentina Blanco Cívico. Tuvo seis hermanos: Micaela y Jesús, los mayores, y Julia, Verónica, Andrés y María Cristina, menores que él. Micaela y Andrés murieron muy pequeños. Debido a las dificultades económicas los dos varones comenzaron a trabajar a muy temprana edad, Jesús como aprendiz de zapatero y Juancito «sacando cuentas» en la pulpería de Delfín Machado. Hacía 1916, el padre viajó a Brasil, conquistado por la fiebre del caucho, esperando regresar con cierta fortuna que le permitiera suplir las necesidades de la familia, pero muere en el intento, víctima de la malaria. La situación se tornó tan crítica que la madre tuvo que dedicarse a lavar ropa en la casa de los ricos de El Paraíso; Juancito la acompañaba cargando los bultos. Por esta razón lo llamaron «el hijo de la lavandera». A pesar de esto y del trabajo de la pulpería, logra terminar su instrucción primaria en la escuela nocturna de la Lotería de Beneficiencia Pública del Distrito Federal.
No pudo continuar sus estudios, pero consiguió trabajo como alfabetizador en el mismo plantel y tomó un curso de contaduría, graduándose de contador en 1922. Después entró a trabajar como obrero en la talabartería Daumen Hermanos, donde comenzó como barrendero y pasó sucesivamente por los oficios de cargador de burros, carretillero, mandadero y finalmente, contador, ya al final de su carrera. Los Daumen se convirtieron en sus protectores, al ver su capacidad y calidad humana. Mientras trabaja con los Daumen, cursó los estudios de secundaria en liceos privados, costeándoselos por sí mismo, hasta graduarse de Bachiller en Filosofía en 1928, a la edad de veinticuatro años.
En 1929 inició los estudios de medicina en la Universidad Central de Venezuela, formando parte de un grupo de setenta y cuatro estudiantes, entre los cuales tuvo como compañeros a los entonces bachilleres Ricardo Baquero González, Víctor Yéspica, Félix Pifano, Demetrio Castillo, Rómulo Lander hijo, Otto Paz, Teófilo Guevara Ruiz, Andrés Manzanilla, Julio Rodríguez, Oscar Veracoechea Lozada, Rafael Rísquez Iribarren y otros connotados valores de nuestra medicina. En el curso de su carrera, continuó trabajando en la Casa Daumen, cuyas obligaciones cumplía en horas de la madrugada. Estudió en la sede de la universidad, en la esquina de San Francisco, y las prácticas las realizó en el Hospital Vargas; ahí se desempeñó como interno en el lapso académico 1934-35, siendo su externo el Dr. Carlos Luis González, quien llegó a ser eminente sanitarista. Según el Dr. Pifano, Juancito «se distinguió siempre por su humildad y por ser buen compañero, excelente amigo, honesto, responsable y siempre dispuesto a proporcionar colaboración si ella fuere requerida».
En calidad de estudiante remunerado (lo que llamamos «bolsa de trabajo» o «pasante»), prestó servicio en el laboratorio del Hospital Vargas, iniciándose como ayudante de la Sección de Coprología en 1931-32; luego ejerció igual cargo en la Sección de Bacteriología y, el año siguiente, la jefatura de dicha sección. Desempeñó posteriormente las funciones de ayudante de la Sección de Química General, jefe de la Sección de líquido cefalorraquídeo y en 1934, siendo aún estudiante, se encarga de la jefatura de la Sección de Química General, con carácter de primer adjunto. De acuerdo con la opinión del Dr. J.J. Gutiérrez Alfaro, todos estos cargos de laboratorio los desempeñó con eficiencia, sin descuidar el estudio regular de la carrera. Fue así como Juan Delgado Blanco se inició en la actividad de laboratorio, y particularmente de la Microbiología, que llegó a convertirse con el tiempo en una de las tres grandes especialidades que cultivó.
Durante el mismo período 1934-35, según constancia del Dr. Pedro González Rincones, para entonces inspector general de los hospitales civiles del Distrito Federal, el Br. Juan Delgado Blanco cumplió funciones como interno de las consultas de cardiología y pediatría, y también fue nombrado interno, con carácter fijo, del servicio del dispensario antituberculoso, adscrito al Servicio de Medicina Nº 2 (tisiología), bajo la jefatura del Dr. José Ignacio Baldó. Por este mismo tiempo, 1933-34, conoció al Dr. Alberto J. Fernández, quien había regresado de París en 1930, formado por Calmette en el Instituto Pasteur en todo lo relativo a la preparación de la vacuna BCG; trajo consigo una cepa original, que fue llevada al laboratorio de la Sanidad Nacional, más tarde llamado «Laboratorio BCG», del cual Fernández fue nombrado jefe en 1933. «Juancito» comenzó a trabajar con Fernández y, según Frank Rísquez Cottón, «entre su labor de aprendiz, se entretenía lavando frascos, probetas y todos los útiles». Por su parte, el Dr. Pifano afirma que «ya en el sexto año, Delgado Blanco se interesaba por la microbiología de la tuberculosis en esputos, exudados pleurales y líquido cefalorraquídeo, lo que fue de gran utilidad cuando el Dr. J.I. Baldó le encargó el mantenimiento de la cepa de Mycobacterium bovis traída del Instituto Pasteur en el biliado de Calmette-Guerin para la elaboración del BCG, lo cual sostuvo con orgullo hasta su muerte». Es así como, participando de manera increíble en multiplicidad de actividades, conjuntamente con los estudios, culminaron estos y optó al grado de Doctor en Ciencias Médicas, que le fue conferido por el Dr. Plácido D. Rodríguez Rivero en el paraninfo de la Universidad Central de Venezuela, el día 5 de octubre de 1935.
Su actividad profesional se desarrolló en tres direcciones, dos de ellas que ya cultivaba de estudiante. A las tres se dedicó por igual durante el resto de su vida, a saber: médico tisiólogo (neumonólogo), médico laboratorista y profesor universitario. Como médico tisiólogo perteneció a la escuela del Dr. José Ignacio Baldó y ejerció la especialidad en el Hospital Vargas, en el Hospital Psiquiátrico, en el Laboratorio BCG, en el dispensario de tisiología de la Casa Municipal de Beneficencia, en el Hospital Carlos J. Bello de la Cruz Roja, en el Hospital Médico-Quirúrgico de Emergencia de Salas y en el Sanatorio Simón Bolívar. En el año 1958 fundó el Servicio de Neumonología del Hospital Vargas de Caracas, del cual ejerció la jefatura hasta su muerte. Como médico laboratorista llegó a ser jefe por concurso en el Laboratorio del Hospital Vargas, y también lo fue en el del Hospital Psiquiátrico. Pero lo que lo inmortalizó en esta área fue su dedicación a la elaboración de la vacuna BCG, a partir de la misma cepa que había traído el Dr. Alberto J. Fernández de París, la cual Delgado Blanco mantuvo «bacteriológicamente pura», según dictamen de expertos del Instituto Pasteur de París, mientras vivió. En reconocimiento a esa labor tesonera, el laboratorio BCG que existe en el área del Hospital José Ignacio Baldó, aunque ya no produce la vacuna, lleva su nombre. Además, como médico laboratorista, tuvo el privilegio de haber sido el primer venezolano en realizar profundos y numerosísimos estudios sobre el líquido cefalorraquídeo, llegando a convertirse en un experto en la técnica de la punción lumbar y en una autoridad reconocida internacionalmente en lo relativo a valores propios para los elementos de LCR. Como resultado de tales estudios, escribió una monografía sobre el tema, que guardo en mi poder, la cual fue leída por el Dr. Pedro B. Castro, quien opinó que es importante publicarla, pues constituiría «la primera obra de un médico venezolano sobre líquido cefalorraquídeo» y, a petición mía, escribió ya el prólogo para cuando sea editada.
Juan Delgado Blanco ejercitó una función docente, porque nació para enseñar, tanto que su vida misma fue toda una gran lección de tenacidad, abnegación, esfuerzo y humildad. Como profesor universitario, alcanzó la cima de su realización cuando se convirtió en el profesor fundador de la Cátedra de Clínica Neumonológica del Hospital Vargas, conjuntamente con el Servicio de Neumonología y Cirugía Torácica. Este científico, venezolano ejemplar, falleció en Caracas el 1 de febrero de 1974, dejando una profunda huella en la historia de la medicina venezolana.
Biografía elaborada por
Daniel Bracho