El Doctor Rafael Darricarrere nació el 24 de octubre de 1912, en la provincia de Tarapaca de la hermana nación chilena. Estudia la primaria y el bachillerato en su país natal y se gradúa de Médico en la Universidad de Chile, en Santiago, en el año 1938. Su dedicación a la Microbiología se inicia durante sus estudios médicos, participando como preparador de la Cátedra de Microbiología, y una vez obtenido su grado profesional, se encarga del Laboratorio de Tuberculosis del Instituto Bacteriológico de Chile, lo que hoy es el Instituto de Salud Pública. Se perfecciona en esta función en el Hospital Tránsito Cáceres Córdova de Argentina y en el Instituto de Higiene de Buenos Aires. En 1943 es becado por la Fundación Rockefeller para estudiar Salud Pública en la John Hopkins University, donde adquiere el grado de Doctor en Salud Pública. A su regreso a Chile, en el año 1945, asume la jefatura del Departamento de Tuberculosis del Instituto Bacteriológico de Chile y se encarga de la preparación de la BCG, en el State Serum Institute de Copenhagen, en Dinamarca y en el Henry Phipps Institute de Philadelphia y New York State Laboratory de Albany, en los Estados Unidos.
En 1953, se traslada a la ciudad de Concepción, situada en la provincia de Concepción, la región con mayor concentración industrial de Chile, para dirigir el Instituto de Bacteriología de la Universidad de Concepción y al año siguiente es designado director de la Escuela de Medicina de esa Universidad, cargo que ocupa por muchos años Este período de su vida mereció gran reconocimiento de toda América Latina, por su abnegada dedicación a la enseñanza de la Medicina y muy especialmente a la Medicina Preventiva y Social. En todas partes se conoce la labor del Maestro Darricarrere en la elaboración de un modelo de programa para la enseñanza integrada de la Epidemiología, la Microbiología y la Parasitología. Durante ese período, bajo los auspicios de la OMS, la OPS y de la Fundación Rockefeller, tiene la oportunidad de conocer los centros más destacados de educación médica de América Latina, Estados Unidos y de la Unión Soviética. Esas experiencias le permitieron introducir valiosas reformas en la Escuela de Medicina de la Universidad de Concepción.
Su estadía en Venezuela tiene dos etapas. La primera se extiende desde 1962 a 1968 en la que, contratado por la Universidad Central de Venezuela (UCV), crea la Cátedra de Microbiología de la Escuela de Medicina José María Vargas y colabora activamente en la reorganización de ésta, en su carácter de adjunto de la Dirección de la Comisión Técnica. Al mismo tiempo reorganiza el laboratorio de Bacteriología del Hospital Vargas de Caracas, creando la base de su actual estructura. Sus contribuciones más importantes en esta etapa de su vida en nuestro país, son el enfoque clínico-patogénico de la enseñanza de la Microbiología Médica, su participación en la organización del Departamento de Patología Clínica del Hospital Vargas de Caracas, organización del Postgrado de Microbiología Médica de la UCV, su colaboración en la organización de las primeras Jornadas Venezolanas de Microbiología, su activa participación en la enseñanza de la Microbiología Clínica en los cursos de postgrados del Hospital Vargas de Caracas y sus importantes trabajos científicos sobre infección urinaria e infecciones nosocomiales.
La segunda etapa del Maestro en Venezuela se inicia en 1974, cuando se ve obligado a regresar a Venezuela luego del golpe militar chileno que se coronó con la muerte del Presidente Salvador Allende. Se reincorpora a la Cátedra de Microbiología de la Escuela de Medicina José María Vargas y al Departamento de Patología Clínica del Hospital Vargas y pasa a formar parte del cuerpo docente y de investigación del Instituto Nacional de Dermatología, actualmente Instituto de Biomedicina, sede del curso de Postgrado de Microbiología Médica, cuya coordinación queda nuevamente bajo su responsabilidad. El rector de la UCV, doctor Rafael José Neri, lo invita a participar como miembro de la Comisión de Estructuración Universitaria, la cual posteriormente coordinó hasta octubre de 1984.
Hasta 1986, su actividad fue intensa tanto en el aspecto académico administrativo como en el científico. Se encargó de la jefatura de la Cátedra de Microbiología y fue Jefe del Departamento de Medicina Preventiva y Social de la Escuela José María Vargas. En el campo de la investigación, participó periódicamente en las convenciones anuales de la ASOVAC. Al lado de Jorge Flores y otros colaboradores, entre los cuales me cuento, obtuvimos el Premio Nacional del CONICIT, como autores del mejor trabajo científico en el área de Ciencias Médicas, por un importante trabajo sobre etiopatogenia de la diarrea infantil. Publicó importantes estudios sobre campylobacteriosis, cryptosporidiosis, diarrea crónica y sobre diversos agentes oportunistas. Dirigió innumerables trabajos de investigación que culminaron en ascensos en el escalafón universitario de muchos profesores y en la adquisición de prestigio científico de otros tantos. Fueron muchos los beneficiados en este aspecto, mereciendo mención especial los doctores Elsa Báez de Borges, María Isabel Urrestarazu y mi persona, entre muchos otros. Sus obras «Fundamentos del Diagnóstico Microbiológico» e «Introducción a la Epidemiología Clínica«, publicadas en 1960 y 1972, respectivamente, por la Universidad de Concepción en Chile, han sido pilares fundamentales en el enfoque de la enseñanza en las escuelas de Medicina de América Latina. Con Eduardo Castillo y otros miembros de la Comisión de Estructuración Universitaria, participó en la redacción de «Un nuevo modelo de la estructura universitaria para la UCV«.
No se agota aquí el caudal productivo del doctor Darricarrere, quien ha llegado a la publicación de una obra que pocos conocen y cuyo contenido se aleja del campo científico-docente. Se trata de sus «Poemas del Exilio«, «Fe y Esperanza en el Ser Humano» y «Gratitud«, en donde se pone de manifiesto su extraordinaria sensibilidad humana. Gracias, Maestro «Darri», por sus consejos oportunos, por su generosidad. Gracias en nombre de todos los que fuimos sus discípulos y en nombre de aquellos que fuimos iluminados por usted para elegir el sendero de nuestra vocación profesional. Su regreso a Chile no impedirá que le recordemos con admiración y respeto y siempre nuestro país le demostrará eterna gratitud por su abnegada dedicación al desarrollo de la docencia y la investigación médica en ésta, su segunda patria. Por fortuna lo volvimos a ver en Venezuela dictando talleres sobre Atención Primaria de Salud, entre otros, y le otorgamos varios reconocimientos a su labor. Con profundo dolor supimos de su fallecimiento ocurrido el 24 de octubre de 1999, el mismo día cuando cumplía 88 años. Paz a sus restos.
Biografía elaborada por
Oswaldo Carmona