En la parroquia El Valle en Caracas, el día 30 de septiembre de 1932 nació Trina Emilia Valladares, hija de Domingo Valladares Gil, comerciante, y Flor Lima, maestra. Es la tercera de siete hermanos. Realizó sus estudios de primaria en el Colegio Elías Toro, en El Valle, y su bachillerato en el Liceo Andrés Bello de Caracas. Toda su infancia y adolescencia transcurre en un ambiente lleno de amor y comprensión, en el que dedicó sus horas de esparcimiento a asistir al ballet, conciertos, exposiciones de pintura y otras actividades culturales, sin descuidar los deberes religiosos de una sólida formación cristiana. Inicialmente estuvo inclinada a estudiar Medicina, pero su padre encontró en ella aptitudes para el ejercicio del laboratorio y el día 11 de septiembre de 1953 obtiene el título de Bioanalista en la Universidad Central de Venezuela, a los 21 años de edad.
En 1957 se une en matrimonio con el doctor Adolfo Martínez Guzmán, médico en ejercicio que ha dedicado muchos años a la siembra de honestas convicciones políticas que le han hecho merecedor del reconocimiento de muchos compatriotas. La pareja Valladares-Martínez trajo al mundo seis hijos: Trina Cecilia, ingeniero químico; Miriam Cecilia, actriz de teatro y pintora; Rómulo Alberto, ingeniero mecánico; Rodolfo Antonio, comunicador social; y Francisco de Paula, jovencito en formación. Se requiere un tesonero esfuerzo para lograr este hermoso cuadro familiar, que se ha visto iluminado por la llegada de varios nietos. Sin descuidar sus obligaciones hogareñas, ha sido permanente el deseo de Trina de perfeccionarse en diferentes áreas de laboratorio clínico. Ha realizado innumerables cursos de actualización, especialmente bacteriología y micología clínica. Nunca ha escatimado esfuerzos para estar al día en los temas de mayor actualidad microbiológica.
Se desplaza desde Caracas hacia Punto Fijo, estado Falcón, desde el mismo momento en que se une en matrimonio y allí ha permanecido desde 1957. Trina Valladares de Martínez ha desempeñado cargos de gran responsabilidad, entre 1962 y 1985 fue jefe del laboratorio del Hospital Pediátrico «Dr. Jesús García Coello» del Instituto Venezolano de Los Seguros Sociales y, desde 1968 trabajó como bacterióloga del mismo laboratorio. Por otra parte, todos los peninsulares de Falcón conocen los servicios del «Laboratorio de Especialidades Valladares y Paz», fundado en 1977, desde donde Trina como directora y copropietaria, ha prestado un servicio de óptima calidad profesional, especialmente en lo que es su mayor campo de interés: la Microbiología.
La Sociedad Venezolana de Microbiología reconoce en Trina Valladares de Martínez a uno de sus más fieles colaboradores. Basta recordar que es miembro fundador, primer presidente y además fue vicepresidente del Capítulo de Falcón de la SVM, así como epónima de las XXIII Jornadas Nacionales de Microbiología, realizadas en la ciudad de Coro. Pero no sólo la Microbiología debe eterno agradecimiento a esta insigne trabajadora. Ha sido presidente del Colegio de Bioanalistas del estado Falcón desde 1964 a 1975 y desde 1980 a 1982. Además fue secretaria de doctrina de la Federación de Colegios de Bioanalistas de Venezuela entre los años 1987 y 1989. Participó activamente en muchas comisiones de trabajo, mereciendo la pena recordar que integró la comisión que redactó la Ley del Ejercicio del Bioanálisis y la del Código de Ética del Bioanalista. Entre 1989 y 1991 fue presidente del Tribunal Disciplinario del Colegio de Bioanalistas del estado Falcón. Trina Valladares de Martínez no se ha limitado a sus actividades profesionales y gremiales, sino que ha extendido su campo de interés hacia una labor social difícil de superar. Desde 1971 ha colaborado con mucha dedicación con la Asociación Falconiana de Niños con Necesidades Especiales. Desde 1977 integra la Asociación «Luz y Hogar», la que preside desde 1986 y se ha propuesto a la tarea de crear los fondos necesarios para la construcción definitiva de una sede apropiada para que pueda funcionar el Colegio «Luz y Hogar».
La labor de Trina Valladares de Martínez ha sido parcialmente reconocida a través de condecoraciones como la Orden «Rafael Rangel» en su Primera Clase y la Orden «Enrique Tejera» en su Primera Clase. Trina Valladares de Martínez sigue vigente y llena de inquietudes por dar lo mejor de sí misma. El fallecimiento de su hija Miram Cecilia no doblegó su condición de mujer superior, y con una actitud estoicamente serena sigue en pie de lucha al servicio de sus ideales intelectuales y espirituales.
Es digna de admiración y respeto por sus condiciones de profesional integral ante las adversidades, su delicada y acariciante sonrisa ante sus seres queridos, colegas y amigos y su dedicación y amor por los más necesitados. Quienes tenemos el honor de ser amigos de Trina Valladares de Martínez vemos en ella un ser lleno de luz. Su existencia es un modelo digno de imitar y una prueba de la existencia de Dios.
Biografía elaborada por
Oswaldo Carmona