Ercilia Rosa Rosario nace el 26 de enero de 1946 en Tovar, a orillas del Mocotíes, estado Mérida, en el barrio de El Corozo y creció en el barrio El Añil, donde aún está su casa paterna, barrio tradicional con calles de piedra de las cuales Ercilia dice que sacó el gusto por la limpieza, pues desde muy pequeña le tocó realizar tareas domésticas y dejar limpias las piedras de su calle era una de las que más les gustaban.
Hija de Miguel Antonio Rosario, trujillano residenciado en Tovar desde 1940 donde fue administrador del Cinelandia. La idea del nombre de Ercilia Rosa fue de Miguel Antonio, que puso este nombre a su primera hija en recuerdo de la persona que lo enseñó a leer. De él dice su hija: «Una de las personas que más he admirado por su alto sentido de la responsabilidad y honestidad, con mucha visión de futuro y cuyas enseñanzas fueron pilar fundamental de mi formación«. Es su madre doña Ana de Rosario, tachirense quien llegó a Tovar de vacaciones para quedarse para siempre. Ercilia es la segunda de siete hermanos, cuatro hembras y tres varones. De su infancia y juventud en Tovar recuerda especialmente las experiencias en el negocio familiar: el cine. Primero hizo de portera, pero la sacaron porque «daba mucha entrada». Entonces la pusieron de alumbradora, pero también la sacaron porque alumbraba a las parejas que se besaban. Finalmente fue alumbradora, pero sólo en preferencia. Le encantaban las vaqueras y las de romanos. Su ídolo de la pantalla en esa época era Paul Newman, de quien llegó a tener hasta un álbum.
Recibió su primera enseñanza en el grupo escolar «Coronel Antonio Rangel», en Tovar. El bachillerato lo inició en el Liceo Félix Román Duque de su ciudad natal y lo concluyó en el Liceo Libertador de Mérida. Siempre le gustaba salir en los cuadros de honor y con frecuencia lo consiguió. Decidió estudiar Medicina en vez de Farmacia que era el deseo de su madre, porque le pareció una profesión de mayor importancia. Su padre la llevó a Mérida en su jeep y la dejó en la residencia; esa noche tuve una crisis de temor y añoranza y marcó el 193 que era el teléfono de su casa paterna y le comunicó su tristeza a su padre en medio de amargas lágrimas y, ante la advertencia paterna de que si se regresaba a Tovar era para enterrarse en su casa a «cachifear» para el resto de su vida, se armó de valor y se dedicó a estudiar con ahínco.
Se recibió de médico en la Universidad de Los Andes en 1969. Empezó a trabajar en el Hospital Central de Valera el 7 de enero de 1970. De esos años recuerda un buen grupo de médicos residentes y buenos compañeros. Vivió un año residenciada en el hospital, lo cual considera determinante en su formación profesional. Dice deberle mucho de sus valores como médico al Dr. Alfonso Pacheco Valera, decano de los internistas de la región. En 1972, ya casada y madre de una hija de diez meses, se traslada a Caracas para cursar estudios de posgrado en Microbiología Médica en la Universidad Central de Venezuela, de donde egresó con los títulos de Magíster en Microbiología Médica y Médico Laboratorista Clínico. A su regreso a Valera fundó el Servicio de Microbiología del Hospital Central, el 4 de octubre de 1977. Desde 1978 es docente de la Universidad de Los Andes en Enfermedades Infecciosas y Parasitarias. En julio de ese mismo año fundó el Laboratorio Microbiológico, pionero de la Microbiología privada en el estado. Es autora de varios trabajos de investigación y miembro fundador del Capítulo Trujillo de la Sociedad Venezolana de Microbiología.
En 1955 funda y, desde entonces preside la Fundación para el Desarrollo de la Salud Integral (FUNDESI), organización no gubernamental sin fines de lucro, dedicada a proyectos educativos y atención integral del paciente. De su matrimonio con el Dr. José Ignacio León, cirujano pediatra y madre de dos hijos: Rosa María y José Miguel, ambos profesionales hoy y de quienes se siente muy orgullosa. Ha recibido varios reconocimientos a su labor, entre ellos la Orden Cristóbal Mendoza, otorgada por la Gobernación de estado Trujillo en 1996 y la Orden Ciudad de Valera, otorgada por el Consejo Municipal de la Ciudad en 1999.
Ercilia Rosario de León cree en Dios, dice ser «una mujer de hogar y de mis hijos. Tengo pocos amigos pero son amistades de muchos años, y asimismo soy fiel a la misma tintorería y al mismo supermercado desde hace mucho tiempo. Me gustan las flores y los buenos restaurantes, la buena conversación y las buenas películas. Para mí es importante estrenar el día de mi cumpleaños, ser anfitriona en mi casa y obsequiar a las personas que aprecio. Me gustan los juegos de mesa y las actividades en familia. Me considero un buen jefe, una eficiente organizadora y administradora. Me veo al frente de FUNDESI hasta el final de mis días y visitando a mis hijos y nietos. Creo en dejar algo a mi paso y formar una generación de relevo.»
Esta frase sobre su pasado y su futuro podría muy bien ser la definición de Ercilia Rosario de León: «entré al Hospital Central de Valera por la puerta principal y por la puerta principal voy a salir algún día«.
Biografía elaborada por
Oswaldo Carmona