En la madrugada del miércoles 23 de diciembre de 1949, en un hogar humilde, nace una niña a quien llaman Hilda Victoria («Chichi»), siendo la tercera de los cuatro hijos que procrearon Eusebio Marfil Castellano y Rigoberta Sabogal de Marfil. Su infancia y adolescencia transcurre en la Parroquia Sucre de Catia, en donde con sus hermanos y amigas de su edad, comparte juegos y aprende a bailar todos los ritmos de moda. Como a muchas jóvenes, le gustaba coleccionar objetos como llaveros y bolígrafos; afición que aún hoy mantiene al coleccionar muchas otras cosas.
Conoce las primeras letras con la maestra Pola, quien impartía clases a los niños del barrio en su propia casa. Recibe su educación primaria en la Escuela «Ramón Isidro Montes», de donde egresa en 1963. Al terminar la educación primaria ingresa al Liceo «Andrés Eloy Blanco», donde obtiene el título de Bachiller en Ciencias en 1968. En el Liceo conoce a Orlando Rafael Tortolero Castillo, compañero de estudios de su hermano mayor, y de quien se enamora siendo una adolescente. De niña soñaba con ser médico, pero al hacerse novia de Orlando antes de terminar el bachillerato, decide estudiar una carrera más corta ya que la condición de sus padres para permitirle casarse era terminar sus estudios superiores. Se decide por Bioanálisis y él estudia Química en la Facultad de Ciencias, ambos en la UCV. Tuvieron que soportar varios paros y allanamientos de la Universidad hasta lograr culminar sus estudios. Al conocer sus compañeros el apodo del novio, de inmediato lo adoptan para ella cambiándole el acento «Chichi».
Cuando comenzó a estudiar Bioanálisis se encontraba confundida, pensando que no le gustaba ninguna materia como para dedicar su vida a esa profesión. Entonces conoce la Bacteriología y se transforma en su segunda pasión, pues la primera ha sido Orlando. La Doctora Berta Viera de Torres, de quien guarda gratos recuerdos, es quien siembra en ella la semilla de ese maravilloso mundo que es la Bacteriología.
El 13 de diciembre de 1974 obtiene el titulado de Licenciada en Bioanálisis en la UCV; poco antes Orlando obtiene la Licenciatura en Química en la misma universidad; de inmediato comienzan los preparativos para la boda, que se lleva a cabo el 18 de abril de 1975. Al poco tiempo de graduada le ofrecen una suplencia en la Unidad de Micología del Hospital Vargas de Caracas; al terminarla, conversa con el Dr. Humberto Campíns, jefe de la referida unidad y le pide que le permita quedarse un tiempo mientras consigue trabajo en un laboratorio de Bacteriología. El Dr. Campíns le concede su permanencia «ad honorem«, la cual se prolonga por dos años. Durante ese tiempo son muchos los trabajos que le ofrecen, pero ninguno en Bacteriología, y los rechaza todos. En esos dos años comparte actividades en el Laboratorio de Micología con otras en el Laboratorio de Bacteriología dirigida por mi persona a quien considera «maestro», «guía» y me hace responsable directo de la relación de «amiga» que hoy tiene con sus hijos.
En 1977 el Dr. Campíns y yo le ofrecemos sendos cargos en los laboratorios que dirigíamos y ella los coloca en una balanza y sin mucho pensar se decide por Bacteriología, pues éste era su sueño dorado y fue una decisión de la cual no se ha arrepentido. Desde entonces ha participado activamente en todos los trabajos de investigación realizados en el laboratorio donde presta sus servicios, especialmente en el área de resistencia bacteriana. Desde el año 1985 forma parte del Grupo Venezolano de Vigilancia de la Resistencia Bacteriana el cual es coordinado por el Dr. Manuel Guzmán y mi persona. Ya para esa época, por mi iniciativa se creó la Unidad de Microbiología y Enfermedades Infecciosas del Hospital Vargas de Caracas de la cual ella forma parte. Se hace docente por vocación personal y junto a otros profesionales, participa en el Curso de Perfeccionamiento en Bacteriología Clínica, que se dicta para licenciados en Bioanálisis, el cual fue creado por mí y coordinado el Lic. Isidro González Rondón quien transfiere esta responsabilidad en 1994 a la Licenciada «Chichi».
Comparte su labor asistencial con la investigación, la docencia y la coordinación del curso, y logra en poco tiempo que este curso se eleve a la categoría de Especialización. Siempre se ha empeñado en el buen funcionamiento del laboratorio, encargándose del mismo durante las ausencias temporales de los jefes, y desempeñándose actualmente como coordinadora. La Licenciada Hilda Marfil de Tortolero participa en la formación de estudiantes de Bioanálisis de la UCV, durante la etapa de Internado Rotatorio y formó parte de la tutoría de la Unidad Práctica de Microbiología III dirigida a estudiantes del sexto semestre de Bioanálisis.
De su matrimonio con Orlando nacieron tres hijos: Olymer Elena (Licenciada en Contaduría Pública) Orleth Rafaela (Ingeniera Geológica) y Orlando Rafael (estudiante de Administración). Ellos representan el propósito de su vida. Cuando pensaba en la jubilación decía que igual se quedaría en su Hospital Vargas y con sus bacterias, pero también quiere disfrutar de la casa que junto con su esposo construyó en una finca de café que perteneció a sus abuelos. Pido a Dios que les de vida y salud a la pareja Tortolero-Marfil para disfrutar de su vejez en compañía de los nietos que esperan tener.
Biografía elaborada por
Oswaldo Carmona