Jean-Jacques Pitteloud Briguet nació el 7 de agosto de 1948 en la ciudad de Sion, en el cantn del Valais, estado suizo integrado en la cadena montañosa de los Alpes (entre los Alpes Berneses y los Alpes Italianos) y atravesado de par en par por el río Ródano. Es el mayor de los cinco hijos de Joseph Pitteloud y Louise Briguet; transcurre su infancia y primera juventud en la pequeña finca que poseen sus padres en los suburbios de la ciudad capital del estado eminentemente agrícola. Su padre, al igual que gran parte de la población, comparte sus actividades entre un empleo fijo en la administración pública y el mantenimiento y desarrollo de la finca. Toda la familia colabora con él en las tareas agrícolas. Como hijo mayor, le toca dedicar sus vacaciones escolares y días libres al cuidado de frutales tales como cerezas, albaricoques, manzanas, peras y uvas. Quizás, los primeros años de su vida en este ambiente bucólico y el hecho de que, por la situación geográfica de la finca, el sol no llegara a calentar directamente el suelo familiar durante cuatro meses al año, influenciaron algunas decisiones que tomará más tarde el joven. El intenso contacto con la naturaleza desarrolló en él un marcado espíritu de independencia y libertad. Quizás la larga ausencia del sol lo motivó a buscar horizontes nuevos para su vida y la de su familia.
Toda su educación primaria transcurre en la única escuela de la periferia, a la cual el joven debe acudir dos veces al día, caminando durante un total de aproximadamente dos horas diarias, muchas veces bajo condiciones climáticas inclementes (nieve, lluvia). Su maestro de primaria, quien nota en su alumno una gran facilidad para los estudios, lo invita a presentar los exámenes de admisión para los estudios de secundaria en la ciudad capital del estado. Así, desde el año 1960, el joven frecuentaría el Liceo-Colegio de Sion y se graduaría en el año 1968 de Bachiller de la Sección Clásica latín-idiomas modernos luego de los tradicionales ocho años de programa, durante los cuales demuestra marcadas aptitudes para la matemática, la química y las ciencias en general. Apenas graduado, debe cumplir los cuatro meses reglamentarios de servicio militar y por lo tanto, empieza sus estudios universitarios con más de un mes de atraso en la Facultad de Ciencias Naturales de la Escuela Politécnica Federal de Zurich, en noviembre de 1968, después de mucho vacilar entre la electrónica y la bioquímica, se decidió por la bioquímica y, empujado por su padre, se inscribió en la universidad más renombrada del país, a pesar de las dificultades que representaba el hecho de estudiar en alemán, idioma que el joven no dominaba y que, dicho sea de paso, nunca apreció. Este hecho, además del cambio que significó la necesidad de vivir solo a 300 kilómetros de su tierra natal, dificultan los inicios de la carrera universitaria. Sin embargo, el deseo de culminar su formación logra vencer los obstáculos.
En el transcurso de sus estudios, tiene la oportunidad de estar en contacto con profesores destacados tales como el profesor Gerol Schwarzenbach, conocido profesor de química inorgánica e inventor de numerosos complejos químicos todavía usados hoy en día en el mundo entero; el profesor Vladimir Prelog, profesor de química orgánica, quien algunos años más tarde recibiría el Premio Nobel de Química (1975); el profesor Albert Eschenmoser, otro eminente investigador y profesor de química orgánica, descubridor de una vía para la síntesis de la vitamina B-12; el profesor de bioquímica Carl Martius, ya en la víspera de su jubilación, luego de una brillante trayectoria, marcada por la inmensa decepción de no haber podido culminar exitosamente una obra excepcional, el descubrimiento del ciclo del ácido cítrico, igualmente llamado ciclo de Krebs o ciclo de Martius-Krebs; el profesor Ralf Hutter, joven profesor entusiasta de Genética de los microorganismos, quien llevaría al joven bachiller a orientar su formación principalmente hacia la microbiología. En 1974 culmina sus estudios universitarios, luego de la realización de su trabajo de diploma investigando con unas cepas de Saccharomyces cerevisiae, recibiendo el diploma de Estudios Superiores en Ciencias Naturales con la orientación microbiología-bioquímica y, de inmediato, busca empleo en la parte francesa de Suiza, cansado como estaba de vivir en un ambiente y una cultura todavía muy extraños para él.
Temporalmente se dedica a la docencia mientras analiza las diversas posibilidades de empleo; lamentablemente no había ninguna en su estado natal, lo que significaba que debía «exilarse» de nuevo. Luego de una entrevista en un laboratorio clínico en la ciudad de Ginebra, la persona que lo entrevistó le sugiere ponerse en contacto con el Dr. Georges Ducel, médico higienista del Hospital Universitario de Ginebra, pionero con la Dra. Francine Tanner de la Higiene Hospitalaria en Suiza y Europa, con quien se reúne en una entrevista que duraría apenas 20 minutos. Ambos terminan la entrevista convencidos de que podrán realizar una actividad fructífera en el campo de la prevención de las infecciones hospitalarias. Pasaría siete años en la Unidad de Higiene Hospitalaria, perteneciente a la División de Enfermedades Infecciosas dirigida por el Dr. Francis Waldvogel, eminente infectólogo formado en Boston. En contacto con el Dr. Ducel, se familiariza con todas las técnicas desarrolladas para la evaluación de la contaminación de los ambientes hospitalarios (aire, superficies de todo tipo, soluciones, alimentos, aguas, entre otros) y con la realización de estudios epidemiológicos relacionados con las infecciones hospitalarias.
En sus momentos libres, frecuenta asiduamente los círculos de estudiantes latinos en la Universidad de Ginebra y conoce a una joven estudiante venezolana de la Escuela de Traducción e Interpretación, Gema A. Dorta Ferrer, con la cual contrae matrimonio en el año 1977. De esta unión nacieron José Raymond, Jean-Philippe y Jean-Daniel y Marie-Jo’lle.
Durante los siete años de actividad en el Hospital Cantonal, realiza trabajos de campo y se interesa particularmente en los problemas de desinfección y antisepsia, razón por la cual el responsable del Servicio Federal de Higiene Pública de Berna (Suiza) lo llama para formar parte del grupo de expertos encargados de la revisión completa de la legislación en materia de desinfección. En estos años, se inscribe en la Sociedad Americana de Microbiología, en la Sociedad Suiza de Microbiología y en la Sociedad Suiza de Higiene Hospitalaria. En estas últimas tiene activa participación. A partir del año 1979, estudia con su esposa la posibilidad de radicarse en Venezuela y establece contacto con los Dres. José J. Gutiérrez Alfaro, Rafael Albornoz y María Josefina Núñez, para evaluar las oportunidades de una contratación por parte del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social y del Hospital Universitario. Desde Ginebra, participa en la elaboración de la futura resolución del MSAS sobre la vigilancia y prevención de las infecciones hospitalarias y, en diciembre de 1981, se viene con su familia para Venezuela. Sin hablar todavía el español, empieza a trabajar en el Hospital Universitario de Caracas (HUC) y en el Hospital de Los Magallanes, institución del MSAS que el Dr. Rafael Albornoz había declarado piloto en materia de control y prevención de las infecciones hospitalarias.
Los inicios fueron muy difíciles, por los problemas lingüísticos y por el natural rechazo de los médicos hacia medidas destinadas a limitar o controlar sus actuaciones. Otra vez, la constancia del joven microbiólogo se impone y le permite incorporarse en los círculos científicos venezolanos. Se inscribe en la Sociedad Venezolana de Microbiología (SVM) y participa, a petición del Dr. José J. Gutiérrez Alfaro, en la difusión de los programas de prevención de las infecciones hospitalarias conjuntamente con los Dres. Oswaldo Carmona y Manuel Guzmán Blanco. El Dr. José J. Gutiérrez Alfaro lo designa como su sucesor al frente del Grupo de Trabajo de Infecciones Hospitalarias de la SVM. Desde esas fechas, ha participado en innumerables cursos, talleres, simposia, jornadas o congresos en toda la geografía nacional, en calidad de expositor sobre temas relacionados con la prevención y el control de las infecciones nosocomiales, tales como los procesos de esterilización, antisepsia y desinfección, vigilancia epidemiológica de las infecciones hospitalarias, entre otros. Su única motivación es la de difundir los conocimientos básicos necesarios para una verdadera prevención de las infecciones, en abierta oposición a grupos más interesados en hacer negocios y difundir informaciones desprovistas de sustento científico.
Desde 1998, forma parte de la Junta Directiva Nacional de la SVM en calidad de tesorero y coordina conjuntamente con los doctores Elsa La Corte y Oswaldo Carmona, la reforma de los Estatutos y Reglamentos de la SVM en oportunidad del quincuagésimo aniversario de la fundación de la misma. En el 2004 es elegido presidente de la SVM. Desde el año 1991, es docente de la Cátedra de Microbiología de Escuela Experimental de Enfermería de la Facultad de Medicina de la UCV, de la cual fue el primer coordinador en los años 1992-1993. Formó parte de la sub-comisión de Infecciones del Hospital Universitario desde su llegada a Venezuela, como miembro ejecutor del programa de vigilancia y control de las infecciones hospitalarias. Disfruta compartir directamente sus experiencias con cualquier estudiante o profesional de la salud, pero le cuesta divulgar las mismas informaciones en forma de publicación escrita, motivado quizás por el escaso tiempo del que dispone para redactar y escribir.
Sin llegar a considerarse como melómano, le encanta oír música folklórica del mundo entero, con especial atracción por la música venezolana y suramericana. Jean Pitteloud es un hombre integral y portador de virtudes excepcionales. Quienes trabajamos a su lado somos testigos de su capacidad profesional y de su profunda sensibilidad.
Biografía elaborada por
María Antonieta de La Parte