Don José Cudisevich llega a Venezuela con su esposa Ana Malewotzky de Cudisevich a fines de los años treinta. Desembarca por Puerto Cabello y declara en la aduana que lo único que trae es a Dios y a su familia. Se instalan en Valencia, donde Don José vende telas por cuotas y posteriormente funda una mueblería. Comienza a crecer la familia. Procrean cuatro hijos: un varón y tres hembras, entre éstas Julieta, la venezolana más integral nacida en Rumania. Por aquellas cosas del destino, «musiú José» regresa a Europa llevando a su lado a su amante esposa Ana, quien se encuentra embarazada de una niña que llevaría por nombre Julieta; pudo haber nacido en Venezuela, pero era necesario que tan formidable alma estuviera impregnada de las brisas que bajan de los Cárpatos, de las riquezas del Mar Negro y, sobre todo, del gran colorido del río Danubio en su travesía por ese bello país llamado Rumania; y ahí viene al mundo Julieta, el 12 de diciembre de 1934. Realiza sus estudios primarios en la Escuela Fernando Peñalver. Los cuatro primeros años de secundaria los cursa en el Liceo Pedro Gual, de Valencia y se gradúa de Bachiller en el Liceo Andrés Bello de Caracas.
Desde temprana edad dedica su tiempo libre a la lectura, pasión que continúa en ella, sólo que ahora no le sobra tiempo para otros libros que no sean los relacionados con los virus arbor quienes, junto a su patria Venezuela, se convirtieron en su camino, horizonte y meta. Julieta toma rumbo a Mérida para iniciar sus estudios en la Facultad de Farmacia de la Universidad de Los Andes, pero la lejanía de su familia la obliga a continuar sus estudios en la Universidad Central de Venezuela. En el transcurso de su tercer año conoce a un joven aragüeño llamado Francisco (Panchito) Síger, cursante del posgrado de Gastroenterología de la UCV. Se enamoran; culmina él su posgrado y ella su tercer año de carrera. Se casan y se mudan a Maracay, donde comienza Julieta la extraordinaria labor de esposa y madre. Con el tiempo, su hogar se vería bendecido con tres hijos: Raquel, la mayor, graduada de Técnico Textil; Leonardo, Médico Veterinario, y Cecilia, Odontóloga. Esta fructífera vida la hace sentirse orgullosa, pero es el mismo «Panchito» quien le insinúa que debería estudiar, porque él la sabe capaz y predestinada a desarrollar una gran labor para su patria, Venezuela; es así como en 1957 ingresa en la Facultad de Ciencias Veterinarias, graduándose en 1962 Magna Cum Laude .
Inmediatamente empieza a trabajar en el Instituto de Investigaciones Veterinarias, donde, a decir, de sus compañeros de promoción, había dejado enterrado su ombligo. Ese mismo año ocurre una emergencia nacional: un gran brote de fiebre aftosa, y Julieta es llamada para trabajar día y noche en la producción de vacunas para controlar la epizootia. Ese es su primer contacto con la virología, contacto que se mantiene inalterable y permanente hasta el día de hoy, aunque está jubilada desde hace años. La urgente necesidad de vacunas hace que Julieta, junto al Dr. Rafael Angel Fuentes, funden en el Instituto de Investigaciones Veterinarias el Laboratorio de Cultivos Celulares, contando para ello con el apoyo y asesoramiento de los doctores Carlos Palacios(†), Martín Barroeta y Carlos Quiroz. La incansable Julieta se dedica a organizar otro laboratorio para el estudio de las arbovirosis, en especial la encefalitis equina venezolana. Realiza pasantías en el lVIC, con los doctores Bergold, Sellers y Saturno. Posteriormente trabaja, durante dos años al lado del Dr. Ronald Mackenzie y luego con Carlos San Martín, ambos de la Organización Panamericana de la Salud.
Julieta se da cuenta de que dentro del marco del Laboratorio no conocería la verdadera magnitud del terrible problema que azota a Venezuela, y decide perseguir las epizootias y epidemias en todo nuestro vasto territorio; de inmediato hace equipo con otra extraordinaria mujer, Slavia Ryder y recorren llanos, bosques, y pantanos capturando vectores, coleccionando sueros animales y humanos que les permitieran conocer qué virus actuaba y la historia natural de la epidemia.
Julieta es, entre otras cosas, fundadora del Capítulo de Aragua de la Sociedad Venezolana de Microbiología, de cuya junta directiva ha formado parte en varias oportunidades. Fue miembro del Comité Organizador del III Congreso Venezolano de Microbiología «Dr. José J Gutiérrez Alfaro» y de tres de las jornadas organizadas en Aragua. No podemos dejar de mencionar la labor docente ejercida por Julieta (siempre ad honorem) en los pregrados de la Facultad de Ciencias Veterinarias, la Escuela de Salud Pública de la UCV, la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Centro-Occidental «Lisandro Alvarado», la Universidad de Carabobo, la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad del Zulia y en el primer programa de Especialización y Maestría en Medicina Veterinaria Preventiva.
Los microbiólogos que hoy leen esta pequeña biografía: sientan en sus corazones que Julieta, como la llamamos quienes le damos su justo valor, es una mujer dedicada al cultivo de la ciencia con un solo destino: el progreso de su Patria; por eso busca el Saber, para transmitirlo y convertirlo en horizonte de la verdad, hacia donde todos debemos marchar. Gracias, Rumania, por darnos a esta gran venezolana.
Biografía elaborada por
Antonio José León y Roel Sánchez