Animar a Rodolfo a terminar su reseña fue muy interesante, él confiesa que la primera vez que pensó en escribir su biografía fue al cumplir los 50 años, en el 2018, pero sumido en múltiples ocupaciones y sorteando los avatares de la crisis del país lo apartaron rápidamente de la idea. Luego llegó la pandemia, que como a muchos, le dio perspectiva, pero no terminó de escribirla. Transcurrieron algunos años y en el 2023 a propósito de una intervención quirúrgica a la que fue sometido, reconoce que “solo ante eventos relacionados con la vida y la muerte es que pensamos cual ha sido tu obra, que dejamos después de desaparecer y lo más importante que tu obra sea palpable (por escrito) para que las futuras generaciones recuerden tus contribuciones”. Es así como luego de algunos meses intentando escribir su datos para esta reseña y luego de desechar varias ideas de las muchas que se le ocurrieron, aquí estamos, agradecidos de que Rodolfo quien obviamente se conoce mejor que nadie, nos permita ahora conocer un trocito de su extensa, brillante y muy interesante vida profesional.
Rodolfo Antonio Devera nació en San Félix, municipio Caroní del estado Bolívar el 4 de agosto del año 1968, hijo de Mercedes Ramona Devera (1943-) y Ángel Ramón Muñoz (1943-) agricultores procedentes del interior del estado Bolívar (Los Cerros, El Manteco) quienes se radicaron a las afueras de San Félix donde llegaron en procura de mejores condiciones de vida, allí se conocieron y se establecieron. Es el segundo de 5 hermanos, Rafael, Doris, Betsy y Belkis. Resalta que “el Antonio nunca me gustó, pero si a mi mamá”.
Refiere que su infancia “fue tan dura que vine a saber lo era la energía eléctrica y el agua por tubería a los 8 años”. Sin embargo y a pesar de las limitaciones del incipiente Barrio Buen Retiro donde vivían a unos 30 Km del casco central de San Félix, se acababa de fundar una escuela (inicialmente llamada “Escuela Estadal Graduada Teresa de la Parra”), donde un Rodolfo ya brillante cursó la primaria. Luego padeció las dificultadas de tener que desplazarse todos los días a San Félix al Liceo José Gabriel Machado (sector Manoa) donde cursó los primeros 3 años, terminando el bachillerato en el Liceo Manuel Piar (Sector El Roble) graduándose en 1985 de Bachiller en Ciencias. Fue siempre un estudiante destacado, aplicado y responsable y aun teniendo en contra las posibilidades, Rodolfo obtiene en la prueba de aptitud académica aplicada por el Consejo Nacional de Universidades y la Oficina de Planificación del sector universitario (CNU-OPSU) el índice académico necesario para cursar estudios de Medicina en la Universidad de Oriente (UDO) núcleo Ciudad Bolívar. Siempre se enorgullece al decir que “de mis 55 años de vida, 50 los he pasado estudiando formal o informalmente ya que un buen médico y un mejor docente e investigador, debe estudiar todos los días. Estar actualizado es fundamental en nuestra área de trabajo”.
Comienza a estudiar medicina en marzo de 1986 finalizando 8 años después sin haber perdido una sola asignatura y siendo el tercero de la promoción Nro. 37, graduándose con distinción Cum Laude. Se convirtió en “cazador de microbios” cuando aún era estudiante y buscando tópico para hacer su trabajo de grado, tuvo la oportunidad de trabajar con el Profesor Ricardo González con quien comenzó a desarrollar sus destrezas para la investigación (además de una amistad que perdura hasta hoy). Luego la experiencia de ser ayudante técnico y preparador docente y el apoyo de la Dra. Mercedes Quiroga(†) y el Dr. Sócrates Medina(†), le abrieron las puertas en el Departamento de Parasitología y Microbiología de su Alma Mater. Aceptó la invitación como investigador, en lugar de formar parte de un departamento clínico o quirúrgico porque “mi perspectiva de vida nunca había sido el dinero, pero eso es otro cuento”.
A este estudiante destacado convertido en profesional con honores, la UDO le ofrece formar parte de sus filas, convirtiéndose en docente desde febrero de 1995. Dos años después, aun como docente contratado, fue aceptado para cursar estudios de postgrado en Rio de Janeiro, Brasil, avalado por una beca institucional (1997-2002). Un lustro después regresó al país con dos títulos (maestría y doctorado en Medicina Tropical). Ambas tesis versaron sobre Enfermedad de Chagas.
Desde entonces se ha dedicado por completo a la docencia y la investigación en la UDO, logrando de acuerdo con el tiempo y los requisitos, ascender paulatinamente hasta llegar a ser profesor titular en el año 2016. Después de 28 años de labor ininterrumpida su actividad científica puede ser resumida en 116 trabajos de investigación publicados en revistas científicas (algunos escritos en portugués e inglés) de Venezuela y otros 7 países. Ha contribuido a la formación de talento humano dictando clases y como tutor de 310 trabajos de grado (pre y postgrado). En el año 2003 creó el Grupo de Parasitosis Intestinales, siendo el único grupo de investigación que se mantiene activo en la actualidad en el núcleo Bolívar de la UDO.
Durante estas casi tres décadas de actividad junto con otros colegas, ha estudiado diversas enfermedades infecciosas y parasitarias que afectan a Venezuela en particular al estado Bolívar y sus estados vecinos. Extensa labor en los aspectos epidemiológicos de las leishmaniosis en especial sus vectores. Aportes en entomología médica (piojos, mosquitos, chipos entre otros), parasitología (toxoplasmosis, toxocariosis, enfermedad de Chagas) y virología (citomegalovirus, Dengue). Siendo la principal línea de trabajo las parasitosis intestinales donde sobresalen investigaciones sobre actualización epidemiológica regional de estas infecciones, así como diversos ensayos terapéuticos para varios enteroparásitos. Destacando por supuesto los diversos estudios sobre Blastocystis spp. y su infección, el cual ha sido y sigue siendo el principal microbio por cazar.
Producto de sus investigaciones, Rodolfo ha generado información autóctona basada en nuestra realidad (pacientes, agentes causales y su dinámica regional). Esos hallazgos han sido plasmados en diversas publicaciones. Recuérdese que para muchas personas hacer la investigación no es tan difícil o complicado, pero no todos pueden (por diversas razones) publicar los resultados. Está profundamente orgulloso de haber sido dotado por la genética (“soy ateo no creo en Dios”) con un don (“mi musa”) que le permite escribir informes técnico-científicos con cierta facilidad.
En 1995 se casó con su novia de toda la vida, Virma Josefina Velásquez, actualmente Médico Fisiatra en el IVSS y el Complejo Hospitalario Universitario Ruiz y Páez (HURyP) en Ciudad Bolívar, con quien tiene tres hijos Rafael, Zahory y Rodolfo y aunque ninguno siguió sus pasos de docente-investigador, intentan salir adelante en diferentes países del mundo donde la crítica situación de Venezuela los ha obligado a migrar. Ahora con nostalgia reconoce que se ha esforzado por ser un padre y un esposo ejemplar, aunque admite que muchas veces prevaleció el trabajo sobre la familia, cosa que ha cambiado radicalmente en los últimos años.
A lo largo de estos últimos 25 años ha pertenecido a varias sociedades científicas como la International Society of Infectious Disease, la Sociedad Brasileña de Medicina Tropical, la Asociación Venezolana para el Avance de la Ciencia (AsoVAC) la Sociedad Parasitológica Venezolana y Sociedad Venezolana de Microbiología, habiendo sido el presidente del Capítulo Guayana en varias oportunidades.
Los reconocimientos han sido muchos, pero el que más valora es que sus estudiantes aprecien el trabajo que realiza “lo cual cada vez se hace más complicado ya que el estudiante en general sobrepone la nota a la excelencia así que prefiere un docente mediocre pero que le ponga buenas notas”. Uno de los reconocimientos que más aprecia es el haber formado parte del extinto Premio de Promoción al investigador (PPI) desde el año 1999. En el 2006 obtuvo el premio de Ciencia y Tecnología de la región Guayana. Rodolfo menciona con orgullo haber ocupado el primer lugar entre los 5 núcleos de la UDO y el número 39 de Venezuela del Rankin Mundial de Investigadores, publicado el pasado 28 de abril de 2023. Logro que celebramos todos los que lo conocemos y los que no, porque es un merito ganado a pulso a lo largo de todos estos años de impecable trayectoria.
Rodolfo ha sabido conciliar las actividades deportivas con el trabajo y nunca dejó de lado su gran pasión: el softball. Durante varios años formó parte de la selección de Médicos del estado Bolívar en los campeonatos nacionales y ha representado a la UDO tanto en internúcleos como en nacionales de esta disciplina. Aún la practica rutinariamente todos los fines de semana en diversos campeonatos locales en su querida Ciudad Bolívar.
Rodolfo resumen su vida profesional en pocas líneas: “médico egresado de la UDO, con una Maestría y un Doctorado en Medicina ambos obtenidos en Brasil que ha dedicado 28 años de su vida al servicio de la UDO donde se ha desempeñado como docente e investigador”. Como todo investigador que se precie, busca la perfección con insistencia, tratando de ser siempre el mejor en lo que se hace. “Eso lo aprendí de mi madre”.
Ante la pregunta insistente de porque teniendo un currículo tan extenso no se ha ido del país, es reflexivo en la respuesta admitiendo que no lo considera fácil y agrega “A veces pienso que mis objetivos de vida que me propuse antes de llegar a los 50 años ya han sido cumplidos. Solo considerar el haber publicado más de 100 trabajos, a un promedio de 4 por año no es nada fácil. Sin embargo, el tiempo te va abriendo los ojos a nuevos retos y siento a pesar de todas las limitaciones que aún puedo ofrecer más a la universidad y al país”.
Conversar con Rodolfo ha sido siempre interesante y aleccionador, su forma comedida, analítica y ejemplar de hacer las cosas, de gestionar los recursos, de generar conocimiento siempre aportando a la población que estudia, con profundo sentido de pertenencia, mística de trabajo, criterio clínico y ético, por ello, ante sus palabras: “aunque no lo admitamos el ser humano siempre anda en busca de reconocimiento ya sea de manera consciente o inconsciente”, hoy sus pares nos animamos a reconocerle su extraordinaria labor, los aportes a la ciencia, en especial a parasitología y el valor agregado que le aporta a la Sociedad Venezolana de Microbiología, que nos hermana a todos los cazadores de microbios.
Biografía adaptada de su Nota autobiográfica en Agosto de 2023 por
Dilia Martínez-Méndez