José Francisco Torrealba fue un hombre nacido y criado en el campo, en contacto con la naturaleza y el pueblo, lo cual contribuyó a estructurar su personalidad, recia, dedicada al trabajo, desprendida de los bienes materiales y con una gran sensibilidad para analizar, sentir y buscar solución a los problemas de la comunidad.
Nació en el hato San Roque, en las cercanías de Santa María de Ipire (estado Guárico, Venezuela), el 16 de junio de 1896. Sus padres: don Tereso Torrealba y doña Ana María González de Torrealba. Fue el séptimo de nueve hijos de esta unión. Contrajo matrimonio con Rosa Isabel Tovar, de Zaraza, con quien compartió 43 años de su existencia. Tuvieron doce hijos: Ana Isabel, Pedro Aquilino, José Witremundo, Ana Rosa, José Francisco, Ana Teresa, Sara del Pilar, Rafael Tereso, Jesús Rafael, José Ramón, José Nicolás y Ana Benigna, todos profesionales universitarios.
Realizó sus primeros estudios en el Colegio de Luis Morillo y Saturno González, en Santa María de Ipire y en la Escuela del Br. Diego Antonio Ferrer y de su hermana Ana Isabel Torrealba, en San Diego de Cabrutica. Luego pasó al Colegio San Gabriel y al Colegio Federal de Zaraza (1910-1916), donde obtuvo el título de Bachiller. En Caracas cursó estudios de Medicina en la Universidad Central de Venezuela, donde obtuvo el título de Doctor en Ciencias Médicas, en 1922, con excelentes calificaciones.
Durante toda su vida cultivó su formación humanística y el aprendizaje de varios idiomas. Fue un autodidacta y suplió la falta de estudios de postgrado formales con incesantes lecturas de textos de la ciencia médica europea dominante para la época; no sólo de Parasitología y Medicina Tropical sino de Psiquiatría, Psicología, Cardiología, Obstetricia y Ginecología, Pediatría, Terapéutica, entre otros. Leía y hablaba varios idiomas: francés, alemán, portugués e italiano. Era un asiduo lector de los clásicos griegos y romanos, de Filosofía, de literatura en general y de todo conocimiento que contribuyera a su formación integral.
Entre 1924 y 1927 se desempeñó como director del Asilo de Enajenados de Caracas. Su labor en este instituto, en pro de mejoras de la asistencia de pacientes con problemas psiquiátricos y de diagnósticos precisos en el área, es reconocida por el Dr. Ricardo Álvarez en su obra La psiquiatría en Venezuela, quien considera a Torrealba como el precursor de las reformas de la asistencia psiquiátrica en el país. Viajó a Alemania en 1928, por breve tiempo y aquí visita el Instituto de Enfermedades Tropicales de Hamburgo, bajo la dirección del Dr. Müller, luego regresa al país y se establece en el medio rural. A partir de 1929 su vida continuó en los pueblos del Guárico (Santa María de Ipire, Zaraza y San Juan de los Morros), siguiendo las sugerencias de su padre, Don Tereso Torrealba. Allí transcurrió su existencia alrededor de su labor como investigador científico, como médico y como ciudadano ejemplar, denunciando los problemas, las miserias y las dificultades de las poblaciones menos favorecidas y abogando por soluciones urgentes para combatir las enfermedades y mejorar las condiciones de vida de los pobladores.
Durante muchos años estudió, con dedicación, las enfermedades tropicales más frecuentes en la zona: paludismo, chagas, bilharziosis, parasitosis intestinales, elefantiasis, leishmaniasis, dedicando una atención especial a la enfermedad de Chagas. Comprobó un elevado número de pacientes con esta patología, casos agudos y crónicos entre los habitantes de los ranchos de paja e insistió en la necesidad de eliminar este tipo de vivienda y en general mejorar las condiciones de salud y de vida del campesino. Su primera publicación en la Gaceta Médica de Caracas, apareció en 1932, sobre parasitosis intestinales en Zaraza y otras poblaciones del Guárico y Anzoátegui; en 1933 sobre estudios realizados en referencia al Rhodnius prolixus y tripanosomosis en el distrito Zaraza (Guárico) y en 1934 publica sus observaciones sobre la aplicación del xenodiagnóstico en humanos, para el diagnóstico de la enfermedad de Chagas. Esta prueba había sido descrita por el profesor francés Emile Brumpt y utilizada sólo en animales experimentales.
Practicó los primeros exámenes coprológicos en Zaraza y demostrando un importante poliparasitismo; realizó autopsias en humanos para indagar porqué fallecían de muerte súbita los habitantes de estos pueblos y examinó bovinos para diagnosticar anaplasmosis. Demostró la presencia de T. (S) cruzi en especies de reduvídeos transmisores: Rhodnius prolixus, Triatoma maculata y Panstrongylus geniculatus y en mamíferos reservorios domésticos y silvestres. Comparó la incidencia de infección por T (S) cruzi y T. rangeli en el distrito Roscio, estado Guárico y describió el primer caso agudo de tripanosomosis rangeli en Venezuela. Comprobó dos nuevos tripanosomas: el T. barnolai en un mono de Venezuela y el T. itriagoi en un roedor Dasyprocta de Venezuela. Realizó estudios de infección experimental en animales de laboratorio con Schistosoma mansoni, en búsqueda de un huésped susceptible para analizar los mecanismos de resistencia e inmunidad y decidir sobre las condiciones de laboratorio óptimas para el análisis de drogas terapéuticas. Otro aspecto importante de su actividad científica es el referente a la preparación y aplicación de extractos de protozoarios (tripanosomas y leishmanias) en pacientes con tumores malignos o con enfermedades enigmáticas o difíciles de curar.
Publicó sus trabajos científicos en revistas nacionales y extranjeras y fue visitado por importantes personalidades científicas de la Medicina de Venezuela y otros países del mundo. Entre ellas podemos mencionar: María y Leónidas Deanne, Antonio Dacio Franco do Amaral (Sao Paulo, Brasil), Emmanuel Días (Instituto Oswaldo Cruz, Río de Janeiro, Brasil), Emile Brumpt y Jean Coudert (Francia), Enrique Tejera, Arnoldo Gabaldón, Humberto Fernández Morán, Félix Pifano, Otto Hernández Pieretti, José Vicente Scorza (Venezuela), Cecilio Romaña (Argentina), A. Neghme R. (Chile).
Su obra científica aparece recopilada en 7 fascículos, bajo el título de: Investigaciones sobre la Enfermedad de Chagas (estado Guárico), donde incluye trabajos sobre esta enfermedad y otras patologías, así como resultados de investigaciones realizadas con otros investigadores, desde 1934 hasta 1963. En 1950 publicó el libro titulado: Pequeños apuntes sobre algunas familias del oriente del Guárico y en especial de Zaraza.
También, el Dr. José Francisco Torrealba tenía una sólida preparación en Clínica Médica y Quirúrgica, Obstetricia y Ginecología, Pediatría, Psiquiatría, lo cual le permitía realizar increíbles aciertos diagnósticos y terapéuticos. Decía: «hay que leer y releer, aprende a escuchar, observa, examina, palpa, percute, ausculta. Piensa en las enfermedades y búscalas, pero si no sabes que existen ¿Cómo pensar en ellas?» Lectura y experiencia, «ojo clínico», las bases del éxito.
Torrealba, quien dedicó su vida al estudio de las diversas patologías tropicales, con una sólida formación humanística, manifestó siempre honda preocupación por los problemas del país, especialmente en los aspectos de salud, educación y honestidad, pilares que él consideraba fundamentales para el progreso y desarrollo de los pueblos. Este médico rural, en sus numerosas intervenciones se refería de manera clara, precisa, sin rodeos sobre los diversos problemas de la educación, de la política, del estado grave de las viviendas, de las condiciones de los centros de salud, de los vicios (alcoholismo, tabaquismo, drogas), de los juegos en general, del niño abandonado, de las precarias condiciones de vida de los campesinos, del peculado, de los problemas universitarios, problemas de tránsito, inmigración, masa obrera, de la pobreza, no sólo de la ausencia de lo indispensable para la existencia sino también en el pensar. Estas ideas aparecen expuestas en artículos periodísticos, los cuales fueron recopilados en dos tomos: Voces para sordos (1958) y Canto de Guacabas (1960).
Recibió numerosas distinciones: Premio Vargas, Premio Brault otorgado por la Academia de Medicina de París, Orden del Libertador Grado Comendador, Aplauso al Mérito de la Creole Petroleum Corporation, profesor honorario de la Facultad de Medicina de la Universidad de Los Andes, miembro correspondiente de la Academia Nacional de Medicina, miembro de The Royal Society of Tropical Medicine and Hygiene, Londres, Hijo Ilustre de Santa María de Ipire, Orden Andrés Bello (post mortem) en la Clase Banda de Honor. También un importante número de promociones estudiantiles llevan su nombre, así como instituciones relacionadas con la educación o la asistencia médica. Igualmente se ha escogido su nombre para designar premios que se otorgan en reconocimiento a labores de investigación o a la vida y trayectoria de ciudadanos meritorios.
Falleció el 24 de julio de 1973 en Caracas y sus restos reposan en San Juan de los Morros, pueblo donde vivió sus últimos treinta años. Torrealba siempre resaltó su origen humilde, con la idea de llevar un mensaje de esperanza a los miles de niños que habitan nuestros campos, sin recursos y alejados de los centros de educación y significarles, con el ejemplo de estudio, responsabilidad y perseverancia que caracterizaron su vida, que es posible lograr objetivos y metas personales y luchar por el bienestar de la comunidad, aún en condiciones adversas del entorno.
Biografía elaborada por
José Ramón Torrealba
Rafael T. Torrealba
Ana Benigna Torrealba
y
Ana Teresa Torrealba